Estocolmo (Suecia) de 1912



Contexto general del cambio de siglo (siglo XIX - XX)
Durante los últimos 30 años del siglo XIX Suecia vivió un desarrollo rápido de la industria basada en productos del bosque y de las minas de hierro. Podemos hablar de una revolución industrial.

El éxito económico de los países escandinavos (Suecia, Finlandia, Dinamarca y Noruega) se apoyó en buena parte en la producción y comercialización de diversos productos que tuvieron como antecedente una rica tradición artesanal que los llevó a lograr una identidad regional frente al mundo, caracterizada entre otras cosas por el respeto a la naturaleza y un cuidadoso estudio de la función en los objetos que perseguía un mayor confort. Suecia logró su industrialización a fines del siglo XIX a través de grandes empresas como AGA, Alfa-Laval, SKE y Ericsson, entre otras, que gracias a notables inventos locales y a su comercialización posterior, llevaron al país a un desarrollo económico que aunque incipiente, lo incorporó a la tecnología contemporánea. Hacia 1900 casi uno de cada cuatro habitantes residía en las ciudades. La industria basada en la madera, maquinaria de precisión y herramientas determinaba en Suecia un período de auge económico. Entre 1910 y 1920 la vida proletaria transcurrió en una transición de la sociedad rural a la industrial. El proletariado era masivo al igual que en el resto de Europa.

Se considera con frecuencia al pueblo sueco especialmente lírico, nostálgico y soñador. El lirismo sueco estaría relacionado con tiempos pasados, cuando las ciudades eran pequeñas, la población consistía en su mayor parte de campesinos y la cercanía de a una naturaleza grandiosa y virgen era predominante. El modernismo sueco respondió a este concepto, orientándose a la conquista de la moderna realidad circundante bajo la influencia de la Secesión vienesa y su base estilística. La Secesión vienesa, también llamada Secessionsstil, o Sezessionsstil en Austria, formó parte del muy variado movimiento actualmente denominado modernismo (Art Nouveau en Francia).

Fue fundada en 1897 por un grupo de artistas vieneses que como proyecto de renovación artística, trataba de reinterpretar los estilos del pasado ante los embates de la producción industrial que estaba desnudando estructural y estéticamente la realidad del arte y la sociedad de la época.

Los pintores Gustav Klimt y Koloman Moser, los gráficos O. Barth, Berthold Loeffler y L. Fischer profundizaron en el análisis de la ilustración publicitaria. Muchos de ellos elaboraron cuidadas y variadas tipografías de tipología curvilínea y ornamental que complementaban la imagen o, en algunos casos, tomaban valor de imagen. Berthold Loeffler innovó en un lenguaje gráfico de imágenes con contornos gruesos y geométricos.

Si bien el modernismo desaparecería con la Primera Guerra Mundial, para 1912 se encontraba en su esplendor. Cuando Estocolmo fue nombrada sede de las Olimpíadas de 1912, la organización sueca puso en marcha toda una campaña propagandística, a base de folletos, programas y carteles que anunciaron tanto la celebración de los Juegos como la excelencia de la ciudad anfitriona. A la par de las competiciones estrictamente deportivas, se organizó un concurso de arte destinado a premiar a los artistas que mejor reflejaran en sus obras los diversos aspectos relacionados con la práctica del deporte. Estocolmo realizó paralelamente una olimpíada cultural y artística.

En el cartel realizado para estos juegos olímpicos, la influencia de la sociedad y cultura sueca del momento son preponderantes.

Las figuras humanas enarbolando enérgicamente las diferentes banderas, responden a un hombre idealizado cuya representación de un competidor de los juegos nos recuerda también a la imagen del hombre trabajador (proletario) adoptada a principios del siglo XX, en un momento en el que el proletariado dominaba el escenario social sueco.

Las imágenes contoneadas al estilo de la gráfica de Loeffler y la fuerte paleta de colores de influencia claramente secesionista, se suman al fuerte lirismo de este cartel. El diseño tipográfico logra unir legibilidad y estilo ornamental, completando visualmente la imagen ilustrativa y cobrando importancia bajo la influencia de carteles como los de Loeffler.

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