Amberes (Bélgica) 1920



Contexto general de la posguerra

Al finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1918) Europa comprendió que su capacidad de reacción dependía de superar los nacionalismos agresivos que habían llevado al continente a la catástrofe y de adoptar el ideal de una Europa unida y pacífica como proyecto común.

La neutralidad belga se había quebrantado cuando Alemania decidió invadirla en 1914 y si bien la recuperación fue lenta en países industrializados como Gran Bretaña y Alemania, también lo fue en países relativamente industrializados como Bélgica. 

Terminado el primer gran conflicto bélico del siglo, las olimpíadas se reanudaron sin poder extraerse al difícil ambiente político del momento.  Fue una cita complicada porque en los años precedentes Europa había sido devastada por el conflicto bélico. 

Alemania, Turquía, Austria, Bulgaria, Polonia y la Unión Soviética fueron excluidas de los juegos por su participación en la primera guerra mundial. 

Bélgica fue elegida sede de los Juegos como una forma de honrar a los heridos por la Primera Guerra Mundial y por los luchadores belgas en esta guerra.  Los Juegos Olímpicos que estaban destinados a Berlín en el año 1916 fueron impedidos por la guerra y el triunfo de los aliados hizo que Amberes reanudara las citas olímpicas. 

Más que cualquier otro país de Europa, Bélgica lleva impresas las marcas de constantes interacciones entre las culturas germánica y latina. Por lo tanto, la evolución cultural de Bélgica no puede ser disociada del papel crucial que desempeñó a través de los siglos en el tablero político y cultural europeo.  No obstante, la cultura belga siempre ha preservado sus características específicas.

Entre los siglos XIX y XX, Bruselas fue el escenario de una efervescencia sin igual, el rey Leopoldo II impulsó el embellecimiento de la ciudad y uno de los estilos más importantes que tuvo lugar en Bélgica fue el Eclecticismo.

Este estilo combinaba diferentes elementos de estilos artísticos anteriores que contribuyeron a quebrar la rigidez propugnada por el excesivo academicismo. Seleccionaba y combinaba distintas líneas estilísticas provenientes de estilos tan diversos como el clasicismo grecorromano, el neogótico, el neorenacimiento y, junto con ello, un desarrollo importante de las artesanías y las artes aplicadas.

Paralelamente, el neoclásico completó el panorama arquitectónico de la flamante nación. También siguiendo la moda, los burgueses, comerciantes y artistas eligieron el naciente estilo Art Nouveau.

Entre 1890 y 1920 el Art Nouveau brilló en Bruselas antes dar paso al Art Déco, ambos convirtirían a este país en un centro sobresaliente de vanguardia y talento. <

Las primeras manifestaciones del Art Nouveau se produjeron en Bélgica con la obra de los arquitectos Víctor Horta y Henri Van de Velde, desarrollando formas vegetales reinterpretadas en elásticas tensiones de motivos decorativos ligeros y ondulantes nunca ornamentales. Mientras, los pregnantes carteles de Adolphe Crespin y los exquisitos nouveau de Privat Livemont, dominaban el cartelismo belga.

Pero cuando el Art Nouveau dejó de estar en boga, Bélgica volvió al gusto neoclásico que había surgido en el siglo XIX. Producto de una época de posguerra, buscaba otros caminos. 

En el cartel para las Olimpíadas de Amberes en 1920 puede notarse el parecido estructural con su antecesor, el cartel de las Olimpíadas de Estocolmo de 1912.  Pero las diferencias estilísticas son notorias.

La unión de las naciones simbolizada en una única bandera que incluye a todas las banderas y que flamea envolviendo al competidor, un hombre desnudo (el desnudo tenía una notable presencia en elneoclásico, como deseo de rodear las obras de una cierta intemporalidad), la influencia del neoclasicismo correspondiendo con las premisas de J. J. Winckelmann (el profeta del neoclasicismo en el arte) que aseguraba que el camino más directo para alcanzar la belleza (visual y espiritual) era la imitación de la antigüedad y que las obras de arte son susceptibles de producir sentimientos en el espectador.

También el ideal de belleza basado en el arte griego por su noble sencillez y su contención en la forma de plasmar las pasiones humanas.

La utilización de la tipografía separadamente de la imagen pero respondiendo a una estética de transición que va abandonando el Art Nouveau. Y la paleta de colores, con el uso de luces y sombras, que responde al estilo neoclásico pero también está allanando el camino hacia el Art Deco.

Y si bien el competidor parece estar en el cielo ( la gloria del vencedor) puede vislumbrarse una vista de la ciudad que lo recibe, una ciudad monumental y arquitectónicamente desarrollada.

Los laureles y la referencia simbólica al poder de la realeza como aval de estos Juegos Olímpicos no resulta menos importante.

Ya podía sentirse surgir un nuevo estilo: el Art Déco, un conjunto de diversas manifestaciones artísticas que convergieron en Europa y Estados Unidos en las décadas de los años 20 y 30, exaltando el gusto por la decoración exótica, lo geométrico, lo cúbico y lo aerodinámico, surgiendo de los estilos pictóricos de vanguardia como el Cubismo, el Constructivismo Ruso y el Futurismo.

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